Las plantas cultivadas siempre están bajo el constante ataque de plagas invasoras, plagas que pueden dañar gravemente los cultivos y que, de hecho, cada año causan pérdidas millonarias en las cosechas en todo el mundo, que se traducen en pérdidas de ingresos comerciales para los agricultores.
A menudo dichas plagas son dispersadas de una parcela a otra por las propias personas que trabajan en campo, aunque mediante el comercio internacional se pueden incluso movilizar de un país a otro, por lo que se debe evitar la dispersión de plagas de plantas a nuevas áreas donde podrían causar daños.
En este sentido las organizaciones fitosanitarias de todo el mundo realizan grandes esfuerzos para proteger la sanidad de las plantas, para lo cual deben regular el comercio mundial de productos agrícolas e impulsar el desarrollo de métodos científicos e innovadores para abordar las amenazas.
Otro punto clave para cuidar la sanidad de las plantas es desarrollar e impulsar prácticas responsables que reduzcan la dispersión de las plagas, para lo cual es necesario incrementar el apoyo para que los sectores público y privado generen estrategias de protección más sostenibles.