La agricultura vertical es un sistema que cultiva plantas en ambientes interiores controlados, apilando niveles de cultivo hacia arriba (en lugar de extenderse horizontalmente). Este enfoque surge de la necesidad de maximizar la producción de alimentos en un mundo con creciente población urbana, suelo agrícola limitado y recursos hídricos cada vez más escasos.
Más del 68% de la población mundial vivirá en ciudades para 2050, lo que encarecerá los terrenos agrícolas y aumentará la demanda de alimentos frescos cerca de los consumidores.
En México, la situación es crítica. Para 2025, el 64.2% del territorio nacional sufrirá algún grado de sequía, y la ONU advierte que en 2030 la demanda de agua urbana superará la oferta en un 40% si no se adoptan soluciones sostenibles.
En este contexto, la agricultura vertical se perfila como una estrategia clave para intensificar cultivos locales, ahorrar agua y reducir la huella ambiental.
A diferencia de la agricultura tradicional, las granjas verticales funcionan como invernaderos multinivel totalmente controlados. En ellas se regulan la iluminación (habitualmente mediante LED especializados), la temperatura, los nutrientes y la humedad para optimizar el crecimiento de las plantas.
Estas instalaciones pueden ubicarse en almacenes, edificios adaptados o incluso en contenedores marítimos reconvertidos. Las plantas crecen sin suelo, mediante hidroponía o aeroponía, con riego recirculante y, en muchos casos, sistemas automatizados de monitoreo.
El resultado es un proceso productivo intensivo en control técnico y de alta eficiencia espacial, fundamental en ciudades densamente pobladas donde el suelo cultivable escasea.
El interés por la agricultura vertical ha crecido de manera exponencial. Aunque existieron antecedentes (como las propuestas teóricas de cultivos en altura en la década de 1970), el concepto moderno se popularizó gracias al trabajo del ecólogo Dickson Despommier, de la Universidad de Columbia, en 1999.
Despommier y sus estudiantes diseñaron un prototipo de granja-rascacielos capaz de alimentar a 50,000 personas. Desde entonces, la prensa y la inversión internacional siguieron de cerca esta idea. A partir de 2007, numerosos medios globales comenzaron a cubrir su viabilidad y, para 2022, ya existían unas 2,000 instalaciones de agricultura vertical en Estados Unidos, operadas por empresas pioneras como AeroFarms, Plenty y Bowery Farms.
Estas compañías demostraron que, con tecnología avanzada (sensores, luz LED y automatización), es posible cultivar hojas verdes y hortalizas en interiores con rendimientos sin precedentes.
¿Cómo surgió la agricultura vertical?
Los orígenes de la agricultura vertical pueden rastrearse en diversas iniciativas científicas y tecnológicas. En 1915, el agrónomo Gilbert E. Bailey empleó el término vertical farming en el contexto del laboreo profundo del suelo, aunque se trataba más de una metáfora de “extender el cultivo hacia abajo” que de la práctica actual.
Décadas después, en 1979, el físico italiano Cesare Marchetti presentó en el informe Diez elevado a doce un ambicioso plan de ciudades sostenibles con agricultura intensiva, que nunca llegó a materializarse.
En la década de 1990, la NASA también experimentó con la aeroponía como un método eficiente de cultivo cerrado en el espacio, marcando un hito en el desarrollo de técnicas que posteriormente influirían en la agricultura vertical contemporánea.
La revolución contemporánea de la agricultura vertical comenzó en 1999 con Dickson Despommier (Columbia University), quien formalizó la visión de un edificio-granja en altura. Junto con 105 alumnos, ideó un rascacielos agrícola multinivel capaz de abastecer a 50,000 personas.
Su modelo incorporaba cultivos hidropónicos y aeropónicos iluminados con LEDs, concebidos para ofrecer cosechas continuas sin pesticidas y con reutilización total del agua. Aunque aquel prototipo de 30 pisos nunca pasó del papel, Despommier logró sensibilizar al mundo y despertar un amplio interés mediático global en la agricultura en altura.
A partir de 2007, medios como New York Magazine destacaron el proyecto y, en 2008, la revista Scientific American publicó el influyente artículo “The Rise of Vertical Farms”, consolidando la idea como una propuesta visionaria y viable para el futuro de la producción alimentaria.
En los años siguientes aparecieron los primeros desarrollos comerciales. En Japón, la empresa Spread inauguró en 2010 la Techno Farm Keihanna, un invernadero automatizado que hoy produce 30,000 lechugas diarias.
En Singapur, Sky Greens creó en 2012 más de 100 torres hidropónicas rotativas de 9 metros, impulsadas hidráulicamente, reconocidas como la primera granja vertical comercial del mundo.
En Estados Unidos, AeroFarms abrió en 2015 su primera granja vertical en Nueva Jersey, aplicando aeroponía de precisión. Para 2022, el país contaba con unas 2,000 granjas verticales activas, lideradas por pioneros como AeroFarms, Plenty y Bowery, que lograron recaudar cientos de millones de dólares en inversión.
En México y América Latina, la adopción de la agricultura vertical avanza con mayor lentitud, aunque ya muestra progresos significativos. En 2024, la startup mexicana Origeen instaló en Zapopan (Jalisco) una granja vertical completamente cerrada de 100 m², equipada con muros hidropónicos de más de 4 metros de altura, reconocida como la granja vertical más alta de Latinoamérica.
También han surgido iniciativas educativas y gubernamentales. En 2021, la empresa mexicana Karma Verde Fresh y el IICA lanzaron un programa de formación técnica en agricultura vertical, con el objetivo de capacitar a jóvenes y profesionales en este campo emergente.
No obstante, según datos del INEGI, apenas el 1.8% de la producción agrícola de México proviene de zonas urbanas, lo que refleja que el sector aún se encuentra en una fase inicial de crecimiento.
¿Cuáles son sus mayores ventajas?
La agricultura vertical ofrece tres beneficios principales que explican su relevancia técnica y su impacto potencial.
Mayor rendimiento y uso del espacio
En un sistema vertical, cada metro cuadrado de huerto produce mucho más alimento al año. Plataformas como AeroFarms demuestran que, con iluminación artificial y sistemas automatizados, es posible mantener ciclos ininterrumpidos de cultivo con plantas en crecimiento constante.
El apilamiento en módulos elimina la competencia entre plantas y maximiza la exposición a la luz, lo que incrementa notablemente la productividad. En la práctica, empresas de agricultura vertical reportan rendimientos entre 300 y 400 veces superiores por metro cuadrado en comparación con sistemas de campo tradicionales.
Esto se traduce en una producción intensiva en espacios mínimos, ideal para ciudades densamente pobladas donde el suelo agrícola es escaso o costoso. Un ejemplo revelador son las infarms experimentales, capaces de duplicar o triplicar la producción anual de lechugas y microvegetales al cultivar ocho capas de plantas en una sola torre.
Conservación de agua y nutrientes
Un segundo gran beneficio es el ahorro de agua. Los cultivos hidropónicos y aeropónicos, característicos de la agricultura vertical, reciclan casi la totalidad del agua aplicada, lo que reduce de forma drástica el consumo en comparación con el riego tradicional.
Se estima que la hidroponía utiliza alrededor de 70% menos agua que la agricultura en suelo, mientras que ciertos sistemas aeropónicos logran disminuir el consumo hasta en un 95%, gracias al uso de niebla y a la recirculación continua de nutrientes. De hecho, se calcula que las granjas verticales pueden operar con entre 70% y 95% menos agua que la agricultura convencional.
Este ahorro resulta crucial en zonas áridas y en ciudades con escasez hídrica, como ocurre en gran parte de México. Además, la precisión en la entrega de nutrientes en sistemas cerrados minimiza el uso de fertilizantes y evita contaminaciones. El agua que no es absorbida por las plantas se recircula de manera constante, previniendo lixiviaciones y derrames químicos al medioambiente.
Reducción de insumos y emisiones
Un tercer beneficio se relaciona con la seguridad alimentaria y el cuidado del medioambiente. Al cultivarse en invernaderos sellados, las plantas no requieren pesticidas ni herbicidas, pues los entornos controlados impiden la aparición de plagas y malezas. De este modo, los cultivos resultan más seguros y limpios, libres de enfermedades transmitidas por el suelo o de contaminaciones externas.
Además, al producirse en las ciudades, cerca del consumidor final, se eliminan las largas cadenas logísticas. Cada gramo de vegetal transportado a grandes distancias implica emisiones de CO₂; de hecho, la logística alimentaria global representa alrededor del 11% de las emisiones mundiales vinculadas a la alimentación. La agricultura vertical reduce de manera notable esta huella al situar la producción junto a los mercados, con la posibilidad de ofrecer cosechas “de corte y entrega en el mismo día”.
Según Despommier, si a gran escala se reasignara el terreno rural a bosques y se produjera directamente en los entornos urbanos, la huella de carbono disminuiría sustancialmente y se conservarían hábitats naturales. Así, la agricultura vertical promueve un modelo sustentable, capaz de generar más alimento con menos tierra, menos agua y prácticamente sin agroquímicos, disponible durante todo el año.
¿Cuáles son sus mayores desventajas?
Pese a su potencial, la agricultura vertical aún enfrenta barreras técnicas y económicas de gran relevancia.
Alto consumo de energía y costos operativos
El diseño de una granja vertical implica cubrir altos costos en sistemas de iluminación y en controles ambientales. Estas instalaciones deben operar de forma continua durante todo el año, encendiendo decenas o incluso centenas de lámparas LED especiales que consumen grandes cantidades de electricidad.
En regiones con escasa luz natural, el requerimiento eléctrico se vuelve aún más elevado. Cuando la energía proviene de la red convencional, los costos operativos y el impacto ambiental se incrementan considerablemente. De hecho, en varias instalaciones piloto, el gasto en electricidad constituye la mayor parte del presupuesto.
Este factor compromete la rentabilidad: en 2020, diversos informes especializados identificaron que la facturación energética y de infraestructura representa el principal obstáculo para muchas empresas del sector.
Ante este desafío, uno de los enfoques actuales es combinar la agricultura vertical con energías renovables, como los sistemas agrivoltaicos, además de optimizar la eficiencia lumínica mediante el uso de LEDs de última generación.
Inversión inicial y costos de infraestructura
Una segunda limitación son los altos costos de capital. Instalar una granja vertical comercial exige adaptar estructuras (como antiguos almacenes o edificios nuevos) e integrar sistemas de cultivo de alta tecnología: lámparas LED, sensores, automatización, bombas de agua y climatización, entre otros. A ello se suma el elevado precio del suelo urbano, donde estas instalaciones suelen emplazarse.
Si bien el uso de contenedores adaptados o de espacios abandonados puede mitigar parte del gasto, en general una granja vertical requiere inversiones millonarias antes de producir un solo alimento. Esta realidad ralentiza su expansión, ya que pocas empresas pueden financiar un proyecto de esta magnitud sin apoyo de capital de riesgo o subvenciones públicas.
En México, por ejemplo, las granjas verticales aún son escasas y muchas permanecen en etapa demostrativa o educativa. La ausencia de economías de escala eleva los costos unitarios de producción, lo que explica que, hasta ahora, la mayoría de los emprendimientos comerciales se enfoque en cultivos de alto valor (hortalizas gourmet y microgreens) capaces de justificar precios finales más elevados.
Variedad de cultivos limitada y polinización
Finalmente, las granjas verticales no pueden cultivar todos los tipos de alimentos con la misma eficacia. La mayoría se especializa en vegetales de hoja verde, hierbas aromáticas y algunos frutos de ciclo corto, que se adaptan de manera óptima a la hidroponía y presentan un crecimiento rápido.
En contraste, cultivos de ciclo largo o gran tamaño (como maíz, trigo, papa o legumbres extensivas) no suelen ser viables económicamente. Tampoco lo son aquellos que dependen de la polinización por insectos (frutales y cucurbitáceas, entre otros), ya que en ambientes cerrados los insectos se mantienen fuera para evitar plagas. Esto obliga a recurrir a la polinización manual o a sistemas especializados (como paneles de abejas adaptados), lo cual incrementa la demanda de mano de obra.
Aunque desde 2017 se investigan soluciones robóticas y métodos con abejas integradas, por ahora la oferta comercial rentable se limita a cultivos plenamente adaptables a entornos controlados. Esto significa que la agricultura vertical no reemplaza la producción masiva de granos o tubérculos en áreas rurales, sino que más bien la complementa con una provisión urbana de productos frescos y de alta calidad.
Ejemplos de agricultura vertical en el mundo
La agricultura vertical ya es una realidad global, con proyectos destacados en varios continentes. A continuación se describen tres ejemplos representativos, ilustrativos de las diferentes escalas y tecnologías empleadas.
Sky Greens (Singapur)
Sky Greens fue pionera en Asia. Inaugurada en 2012 en las afueras de Singapur, opera más de 100 torres verticales hidráulicas de 9 metros de altura. Cada torre gira lentamente gracias a un sistema de agua, lo que permite que las plantas roten periódicamente de arriba abajo.
Este ingenioso diseño reduce de manera notable el consumo energético: su inventor, Jack Ng, calcula que un ciclo completo de elevación utiliza la energía equivalente a una sola bombilla de 60 W.
La producción se centra en verduras de hoja (bok choy, kale, acelga china), cultivadas en invernaderos que abastecen directamente a supermercados urbanos. Los reportes señalan que sus torres generan alrededor de un 40% más de cosecha que las importaciones externas tradicionales.
Con una tecnología sencilla y eficiente en agua (todo el riego es reciclado), Sky Greens demuestra cómo un sistema de bajo consumo energético puede producir alimentos frescos en climas tropicales, reduciendo a la vez la huella de carbono del transporte. El proyecto cuenta con apoyo gubernamental y abrió el camino en Asia: hoy Japón y Corea del Sur avanzan en la adopción de modelos similares de granjas verticales hidropónicas.
AeroFarms (Estados Unidos)
AeroFarms, fundada en 2004 en Nueva Jersey, es una de las compañías de agricultura vertical comercial más grandes del mundo. Opera instalaciones a gran escala en Newark y Pensilvania, especializadas en microgreens y hojas verdes.
Su modelo utiliza aeroponía de circuito cerrado: las raíces se rocían con una fina nebulización de nutrientes, lo que permite usar hasta un 95% menos de agua que el cultivo en campo y prácticamente nada de tierra.
El interior de las granjas está iluminado con LEDs a medida, de modo que cada planta recibe la frecuencia lumínica óptima para su desarrollo. El resultado es un rendimiento sobresaliente: la empresa reporta hasta 390 veces más productividad anual por área que la agricultura tradicional. Por ejemplo, un invernadero de apenas 1,000 m² destinado al cultivo de bok choy puede producir el equivalente a casi 400 hectáreas de cultivo al aire libre.
Actualmente, AeroFarms trabaja en alianza con grandes distribuidores como Whole Foods y Giant Eagle, a quienes provee microvegetales frescos. Su expansión se sustenta en fuertes rondas de inversión: recientemente levantó USD 100 millones para ampliar sus operaciones.
Granja vertical de Origeen (México)
En América Latina, la primera granja vertical de alto nivel técnico surgió en 2024 en México. La empresa Origeen instaló en Zapopan, Jalisco, una unidad totalmente cerrada de 100 m² dedicada a la producción de microvegetales.
El diseño incorpora muros hidropónicos de 4 metros de altura y un sistema patentado VPOT (Vertical Plant Optimization Technology) de irrigación recirculante. Ubicada dentro de la ciudad, esta granja permite cosechar y distribuir alimentos el mismo día, garantizando una ultra-frescura difícil de lograr en los sistemas convencionales.
Origeen reporta que su modelo consume 90% menos agua que la agricultura tradicional y se presenta como la única iniciativa de este tipo en México. Los cultivos incluyen lechuga, kale, albahaca y cilantro, todos libres de pesticidas y producidos en un ambiente completamente controlado en cuanto a temperatura y luz.
Este caso mexicano, respaldado por innovación local (la tecnología VPOT recibió un premio internacional de innovación), demuestra cómo la agricultura vertical puede adaptarse a los mercados latinoamericanos y acercar la producción de alimentos saludables a los centros urbanos.
Si bien en Brasil y Chile existen proyectos de menor escala, el de Origeen se mantiene hasta hoy como el de mayor repercusión e impacto en la región.
Retos y perspectivas de la agricultura vertical
A pesar de los logros recientes, la agricultura vertical aún debe superar diversos desafíos técnicos, económicos y regulatorios antes de consolidarse plenamente.
Además del alto consumo energético y los costos de capital ya mencionados, persisten limitaciones como la escasa variedad de cultivos rentables y la necesidad de mano de obra altamente calificada para operar sistemas complejos.
Muchas de estas dificultades son hoy objeto de investigación e innovación. Se desarrollan LEDs más eficientes y algoritmos de cultivo con IA capaces de ajustar automáticamente las condiciones lumínicas y nutricionales, reduciendo el consumo de energía.
Las empresas líderes están incorporando automatización robótica y software avanzado para disminuir los costos laborales y optimizar los rendimientos. A largo plazo, estas soluciones podrían hacer que el modelo vertical sea más sostenible y competitivo en el mercado global de alimentos.
Las perspectivas para la agricultura vertical son ampliamente prometedoras. El mercado global continúa creciendo a gran velocidad: en 2024 alcanzó un valor estimado de 5.5 mil millones de dólares, y las proyecciones indican que podría llegar a 33.3 mil millones de dólares en 2032.
En América Latina, el dinamismo también se hace evidente. Para 2025 se prevé que el mercado mexicano supere los 350 millones de dólares, lo que abre oportunidades para integrar los cultivos urbanos dentro de las estrategias de seguridad alimentaria en la región.
En el plano tecnológico, la incorporación de genética avanzada y biotecnología (incluyendo herramientas como CRISPR) promete el desarrollo de variedades de plantas adaptadas a entornos indoor, más resistentes a plagas y eficientes en el uso de nutrientes.
Paralelamente, se exploran sistemas híbridos que combinan agricultura vertical con paneles solares (agrivoltaica) o techos verdes capaces de albergar cultivos hidropónicos, generando ecosistemas urbanos multifuncionales que suman eficiencia energética, producción local y beneficios ambientales en un mismo espacio.
Otro eje crucial es la política pública y la regulación. Diversos expertos coinciden en que se requieren incentivos gubernamentales y marcos normativos actualizados para impulsar de manera efectiva la agricultura urbana e interior.
En México, el reciente Programa Nacional de Agricultura Urbana y Periurbana avanza en esa dirección, aunque todavía se encuentra en una fase incipiente y con un alcance limitado.
A nivel global, la certificación de productos provenientes de granjas verticales continúa siendo un tema de debate. En particular, la posibilidad de acreditarlos como “orgánicos” genera controversia, dado que las normativas tradicionales se basan en el cultivo en suelo y en su regeneración natural.
La resolución de estos marcos legales y de certificación será fundamental para que más agricultores e inversionistas apuesten con confianza por infraestructuras verticales, consolidando así su expansión y legitimidad en el mercado alimentario.
Finalmente, la economía de las granjas verticales podría fortalecerse mediante la economía de escala y la colaboración. A medida que los proveedores de tecnología maduren y se reduzcan los costos de componentes como la iluminación LED, los sensores o las estructuras, las pequeñas y medianas empresas también podrán acceder a instalaciones adaptadas a sus necesidades, y no únicamente las grandes corporaciones.
En paralelo, organizaciones internacionales y universidades impulsan programas de formación técnica y el desarrollo de modelos de negocio innovadores, con el propósito de fomentar el emprendimiento urbano y democratizar el acceso a esta forma de producción agrícola sustentable.
En síntesis, la agricultura vertical se perfila como una tecnología transformadora que, aunque enfrenta retos biofísicos y económicos, avanza hacia su adaptación global. Con el impulso de la innovación tecnológica y el apoyo institucional, puede consolidarse como un pilar de la seguridad alimentaria urbana y de la sostenibilidad ambiental en el futuro cercano.
Su éxito dependerá de equilibrar los beneficios (rendimientos excepcionales, ahorro de agua y reducción de la huella de carbono) con la viabilidad económica y técnica, siempre en sintonía con las condiciones locales de cada región.
En este contexto, América Latina y en particular México, que enfrentan intensos desafíos de cambio climático y urbanización, hallan en la agricultura vertical una herramienta estratégica para producir más con menos y garantizar que las poblaciones urbanas permanezcan bien alimentadas.
Fuentes
- Martínez, Á. (2025, 10 de junio). Agricultura vertical clave para el futuro: Daniel Madariaga Barrilado. Récord.
- Columbia University Climate School – State of the Planet (2011). Renée Cho, “Vertical Farms: From Vision to Reality” (13 octubre 2011).
- National Center for Appropriate Technology (NCAT). Agricultura vertical. NCAT – ATTRA Program (versión en español).
- AeroFarms, Inc. (s.f.). How We Grow – Aeroponic Systems.
- Dell Technologies (2017). Harvesting insights: AeroFarms case study. Dell & AeroFarms (4 pp.)
- CNNExpansión (2012, 14 diciembre). “‘Sky Greens’, la granja sustentable que funciona con la energía de un foco”. Expansión.
- HortiDaily (2025, 11 septiembre). “‘We’re proud to say this is the only project of its kind in Mexico’”.
- Mordor Intelligence (2023). Análisis de participación y tamaño del mercado agrícola vertical de México: tendencias y pronósticos de crecimiento (2025-2030).
- Tecnología Hortícola (2020, 5 mayo). “Perspectivas de la agricultura vertical, sus enseñanzas”.