El nitrógeno es uno de los nutrientes esenciales para los cultivos, siendo fundamental para el crecimiento vegetativo, la síntesis de proteínas y el desarrollo de estructuras como hojas y tallos. La aplicación de nitrógeno debe ajustarse a las necesidades específicas del cultivo, el estado del suelo y las condiciones climáticas. Existen diversas fuentes químicas de nitrógeno, cada una con características particulares que se adaptan a diferentes estrategias de manejo.
La urea es el fertilizante nitrogenado más utilizado a nivel mundial. Contiene un 46% de nitrógeno en forma amídica, lo que lo convierte en una fuente altamente concentrada y económica. Su aplicación puede realizarse al suelo o a través de fertirrigación. Sin embargo, en suelos cálidos y húmedos, la urea puede sufrir pérdidas por volatilización si no se incorpora rápidamente al suelo o si no se combina con inhibidores de la ureasa que ralentizan su descomposición.
El nitrato de amonio es una fuente mixta de nitrógeno, ya que combina nitrógeno en forma amoniacal y nítrica. Esta dualidad permite una absorción rápida y sostenida del nutriente, siendo ideal para aplicaciones en cultivos de rápido crecimiento. Su alta solubilidad también lo hace adecuado para sistemas de fertirrigación. Sin embargo, debido a su potencial riesgo de uso indebido, su comercialización está regulada en muchos países.
El sulfato de amonio es un fertilizante que aporta nitrógeno en forma amoniacal, además de azufre, otro nutriente esencial para los cultivos. Es particularmente útil en suelos alcalinos, ya que ayuda a reducir el pH del suelo, mejorando la disponibilidad de otros nutrientes. Su uso está recomendado para cultivos que tienen una alta demanda tanto de nitrógeno como de azufre.
El nitrato de calcio es una fuente de nitrógeno en forma nítrica combinada con calcio, lo que lo convierte en una excelente opción para cultivos sensibles al estrés por salinidad. Además de suministrar nitrógeno rápidamente disponible, mejora la estructura del suelo y contribuye al fortalecimiento de las paredes celulares de las plantas.
La solución de nitrato de amonio y urea (UAN) es un fertilizante líquido que combina urea y nitrato de amonio. Es ideal para aplicaciones mediante fertirrigación o aspersión, permitiendo una distribución uniforme y eficiente del nitrógeno. Su formulación líquida facilita la mezcla con otros nutrientes, adaptándose a programas de fertilización complejos.
El amoníaco anhidro es una de las fuentes más concentradas de nitrógeno, con un 82% de este nutriente. Se aplica directamente al suelo mediante equipos especializados que lo inyectan para minimizar pérdidas por volatilización. Es una opción altamente eficiente en términos económicos, pero requiere manejo cuidadoso debido a su naturaleza corrosiva y tóxica.
El cianamida cálcica es un fertilizante sólido que libera nitrógeno de manera gradual y, al mismo tiempo, ayuda a mejorar las propiedades físicas del suelo. Es menos común pero puede ser útil en cultivos que se benefician de un suministro prolongado de nitrógeno.
Finalmente, los fertilizantes nitrogenados de liberación controlada o lenta, como la urea recubierta con polímeros, son opciones avanzadas diseñadas para reducir las pérdidas por lixiviación o volatilización. Son especialmente útiles en suelos arenosos o en sistemas de cultivo donde se busca minimizar el impacto ambiental del manejo del nitrógeno.
Para maximizar la eficiencia del nitrógeno, es crucial aplicar el fertilizante en el momento adecuado, en la dosis precisa y en la ubicación correcta. Esto garantiza que el nutriente esté disponible cuando el cultivo lo necesite, optimizando su absorción y reduciendo el riesgo de contaminación ambiental.