La sequía oculta fallas estructurales en la agricultura mexicana

¿El cambio climático y la sequía están sirviendo para esconder otras problemáticas?

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Sabemos que el cambio climático está intensificando la frecuencia, duración y severidad de las sequías en muchas regiones del mundo. Básicamente porque el aumento de las temperaturas hace que se incremente la evaporación de la humedad en el suelo, lo que reduce la disponibilidad de agua.

De hecho, un estudio realizado por World Weather Attribution, concluyó que la sequía que azotó al hemisferio norte durante 2022, tuvo una probabilidad de suceder 20 veces mayor debido al cambio climático. Es decir, debemos empezar a acostumbrarnos a vivir bajo la sombra de la sequía, porque cada vez es más probable que suceda.

Si sigues las noticias relacionadas con agricultura de forma cotidiana, quizá ya hasta te habrás acostumbrado a que la sequía acapare muchos de los titulares. “Debido a la sequía en tal región no habrá buena producción de tales cultivos”. “Por falta de agua los agricultores del valle nos cultivarán esta temporada”. “En tal estado se espera una caída en el rendimiento de tal cultivo debido a la falta de agua”. Seguro que te suenan este tipo de titulares.

Incluso, es fácil llegar a culpar a la sequía de todos los males que tenemos en el agro en estos momentos. Es tan fácil hacerlo que soy el primero que levanta la mano cuando se trata de cometer este error: Creer que todo se debe al cambio climático.

Pero, ¿es la sequía realmente el gran problema? No me queda duda de que es un problema de enormes dimensiones, que se debe afrontar con soluciones desde todos los ángulos; pero tampoco me queda duda de que se ha convertido en el chivo expiatorio de muchos: La sequía se está usando para esconder diversas problemáticas, y es momento de que aceptemos que no todo lo malo que sucede en el agro es culpa de la sequía.

Comencemos por lo más obvio, y lo que más se está olvidando: Sobreexplotamos los recursos hídricos, luego perdemos mucha agua debido a problemas de infraestructura, a lo que se le suma la falta de políticas públicas adecuadas para su gestión. No sé cuántas personas responsables de estos temas están más que felices de echarle la culpa a la sequía, para esconder su falta de soluciones; pero seguro que son bastantes.

Una buena noticia es que se encuentra en proceso la construcción del Plan Nacional Hídrico 2025-2030, siendo la tecnificación de riego uno de los cuatro ejes rectores. De hecho, puedes registrar tu propuesta hasta el 30 de julio de este año.

Y espero que dicho plan contemple que el sector agrícola utiliza de forma ineficiente el 75% del agua dulce disponible de forma anual en México. Es impresionante que con 130 millones de habitantes, el uso doméstico más la industria solo usen el 25% del total del recurso hídrico.

Pero el número más alarmante, que algunas fuentes indican, es que el 65% del agua para uso agrícola se pierde o desperdicia. No es un problema menor, pero si es un problema complejo. Desde la extracción hay pérdidas considerables, que se agravan durante la conducción del agua, debido a infiltración y evaporación (no por nada en algunos países están cubriendo sus canales de riego con paneles solares, pero esa es otra historia), para terminar de rematar con su uso ineficiente en las parcelas (¿te suena el riego rodado o por inundación?).

Entonces, piensa en la más mínima mejora hídrica que se pudiera implementar en el agro a nivel nacional, que seguro tendría un enorme impacto positivo.

Sin embargo, la sequía también está usándose para esconder (o quizá olvidar por algún tiempo), otras problemáticas, no relacionadas de forma directa con el manejo del agua, pero que también son de una gran relevancia para la agricultura nacional (y la soberanía alimentaria).

Por ejemplo, la deforestación de los ecosistemas y la erosión de los suelos, que pareciera que solo son relevantes cuando no hay alguna otra problemática que acapare los titulares. Todos sabemos que hay ciertos cultivos, especialmente cultivos de alto valor, que siguen siendo un negocio tan atractivo, al grado de que se deforesta para ponerlos. Pocos quieren meter las manos ahí, y muchos, que deben hacerlo, agradecen que la sequía les esté dando un respiro, al quitarle presión mediática al tema.

Que bueno, no hay que olvidar que todo en el agro esta íntimamente relacionado, pues la falta de cobertura vegetal disminuye la capacidad de retención hídrica natural, lo que a su vez incida en que los acuíferos reciban cada vez menos agua, menos agua para regar cultivos.

La falta de planificación agrícola es otro problema que la sequía está invisibilizando. Muchos productores siguen sembrando cultivos que demandan mucha agua en regiones donde no deberían estar, incentivados por programas gubernamentales o expectativas comerciales. El detalle es que, en muchas ocasiones consiguen el agua que sus cultivos necesitan, a costa de limitar el acceso al agua de las comunidades aledañas.

Otra problemática relevante que está quedando oculta tras el tema de la sequía es la concentración excesiva del mercado agrícola. Grandes empresas están ganando cada vez más poder en la cadena productiva (de forma extremadamente silenciosa), desplazando a pequeños y medianos agricultores que no logran competir en igualdad de condiciones.

Esta concentración pone en riesgo la viabilidad económica de miles de productores, lo que en última instancia debilita la soberanía alimentaria del país. Pero no es algo que verás en los titulares.

En fin, es hora de aceptar que el cambio climático, en general, y la sequía, en particular, no es el único enemigo del agro mexicano.

Sí, el cambio climático seguirá su ritmo implacable, pero eso no puede ser pretexto para ignorar cuestiones fundamentales: fallas estructurales, mala gestión del agua, deforestación desmedida, concentración del mercado y falta de planificación agrícola.

Seguir culpando únicamente al clima es cómodo, pero irresponsable. Si no asumimos ahora mismo nuestra parte de responsabilidad, la sequía podría acabar siendo lo menos preocupante, porque para entonces quizá ya habremos agotado todas nuestras oportunidades de reaccionar.

Tampoco creo que se trate de buscar culpables… Pero sí es necesario identificar responsables. Porque seamos sinceros, si nos juntamos diez personas con buenas intenciones, con ideas innovadoras, con diagnósticos certeros, pero sin poder de decisión, probablemente terminemos frustrados, porque nos veremos imposibilitados para aplicarlas.

Y por supuesto, jamás minimizo el esfuerzo e impacto de quienes, por su cuenta, están impulsando empresas, tecnologías y/o investigaciones para resolver cada uno de los problemas mencionados. El mayor de mis respetos, porque lo están haciendo contra viento y marea. Especial mención para quienes están combatiendo, desde su trinchera, los efectos del cambio climático, mediante soluciones innovadoras.

Fuentes consultadas:

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