No faltan recursos en el agro… Falta equilibrio.

¿Por qué el gobierno mexicano siempre ha dejado a su suerte a muchos agricultores?

Decir que “hay un abandono al campo mexicano” resulta confuso, pero de forma cotidiana vemos algún titular en el que se afirma esto.

¿De cuál campo estamos hablando? Porque si es del campo mexicano en general, entonces es una verdad a medias y es una mentira a medias.

Pero quiero escribir estas líneas para plasmar mi crítica a la clase política de este país, a toda ella, sin excepción alguna de colores, olores y sabores.

Como mexicanos, nunca hemos tenido un gobierno que haya logrado el siguiente equilibrio: apoyar al agro “de abajo y de arriba” al mismo tiempo. Pareciera que esto es mutuamente excluyente, como si se rompiera algún pacto en el momento en que ambos agros recibieran lo que necesitan y merecen.

Con los gobiernos de derecha la industria agrícola, especialmente la agroexportadora, recibía apoyos a diestra y siniestra, se trabajaban los canales de comercialización internacionales, y se apoyaba a los medianos y grandes agricultores para aumentar su competitividad. Pero, los pequeños agricultores de este país, donde la mayoría hacen agricultura para autoconsumo o de subsistencia, esos no existían para dichos gobiernos.

Luego, todo viró con los gobiernos de izquierda. Los programas gubernamentales dejaron de ser para los “de arriba”, y se volcaron en su totalidad para los “de abajo”. Fertilizantes gratuitos a diestra a siniestra para agricultores de autoconsumo, y toda la atención ahora se puso sobre los “de abajo”, con las esperadas y constantes críticas por parte de los “de arriba”, que han resentido la falta de apoyos, especialmente ante los retos climáticos y de comercialización.

No falta explicar esto con más detalle para comprender que hemos experimentado 2 visiones que son contrarias en lo que respecta a las políticas públicas agrícolas.

Yo me pregunto, ¿acaso no tenemos políticos con la capacidad de legislar en beneficio de ambas visiones? ¿Acaso es tan difícil establecer programas de apoyo para los grandes agroexportadores y para los pequeños de autoconsumo? ¿Quién nos dijo que debíamos elegir solo un “bando” y que debíamos olvidarnos del otro?

¿Acaso nuestra visión se queda tan corta?
Toda la industria de productos de alto valor ―principalmente hortofrutícolas―, que se exportan mayoritariamente a Estados Unidos, genera un flujo de dólares para nuestro país que resulta crucial para nuestra economía. Pero no solo eso, también genera empleo en regiones rurales. A ver, claro que no todo es miel sobre hojuelas, pero las problemáticas actuales deben abordarse como oportunidades de mejora.

Sin embargo, el aguacate, el mango, la papaya, las berries, etc., no son la base de nuestra alimentación. Claro, nos gusta comerlos, pero lo que más comemos los mexicanos es maíz blanco, con poco más de 350 kg anuales per cápita, así como otros cereales. Y entonces es cuando nos acordamos de los agricultores de granos básicos, que aunque son productos que alcanzan precios menores en los mercados (en comparación con los hortofrutícolas), su valor social supera por mucho a los productos de alto valor.

Es cuando nos damos cuenta de que, muchos de los granos que consumimos provienen de pequeños agricultores. Seguro no te sorprenderá escuchar que los pequeños agricultores son mayoría en este país, y sí, no tienen grandes rendimientos, ni implementan tecnologías de punta, ni generan fuentes de empleo; pero no por ello debemos dejarlos a un lado, porque quitarlos de la ecuación implica poner en riesgo nuestra soberanía alimentaria.

¿Es imposible apoyar a un gran agroexportador y a un pequeño agricultor de autoconsumo al mismo tiempo? ¿Hay alguna ley que lo impida?

No, pero hay 2 grandes limitantes. La primera es la visión del mundo. Los neoliberales de gobiernos pasados veían a los pequeños agricultores como un lastre para el sistema, mientras que los populistas actuales ven a los grandes agricultores como el enemigo a vencer. Ambas visiones están mal, porque sus sesgos solo les permiten ver una parte de la ecuación. Y bueno, hemos sido testigos de que ambas visiones han generado resultados a medias tintas.

La segunda gran limitante es la complejidad de la agricultura en un país tan diverso como México, donde las necesidades de un agricultor de tomate en Sinaloa son totalmente distintas a las necesidades de un agricultor de maíz en Chiapas. ¿Es más fácil una política pública nacional, no? Pero claro, el impacto que genera resulta mínimo.

Hay mucha apatía y poca disposición de nuestra clase política para comprender las diferentes necesidades.

Los agroexportadores no necesitan que les regalen insumos, lo que requieren es ayuda para consolidar los mercados existentes y para la apertura de nuevos mercados. Requieren financiamiento para implementar nuevas tecnologías y mejorar la eficiencia de su operación. Es más, no siquiera requieren de asesoramiento técnico por parte del gobierno, porque tienen la capacidad de armar sus propios equipos de especialistas.

En cambio, los productores de autoconsumo no necesitan que les hablen de nuevas y avanzadas tecnologías, porque primero necesitan mejorar sus prácticas tradicionales. Para muchos de estos agricultores incrementar sus rendimientos por hectárea en 2-3 toneladas representaría una enorme diferencia, y lo que necesitan es asesoramiento técnico para lograrlo. Esto les permitiría colocarse en el ámbito de la comercialización local o regional.

¿Dónde está la competencia si ambas partes aportan de forma distinta al agro mexicano? ¿Por qué cuándo se les apoya a uno se les deja de apoyar a otros?

Hay algo que me queda claro: Los políticos tienen que legislar en temas diversos, y en casi ninguno de ellos son expertos. Por esta razón se rodean de equipos de asesores, lo que me lleva a pensar que sus asesores en temas agrícolas están quedando mucho a deber ―podría ser que tengan intereses particulares que inclinan la balanza hacia un lado u otro―.

De otra forma no comprendo porque siempre quedan agricultores a su suerte.

Y siempre que reflexiono sobre este tema termino en un punto que podría llevarnos a un intenso debate: “La agricultura, antes que nada, es un negocio”. Lo he escuchado en muchísimas ocasiones.

Pero la agricultura es un sector rarísimo, que funciona de forma diferente a otros sectores (al menos en ciertos aspectos). Por ejemplo, el precio promedio de una tonelada de aguacate fue de $20,212 en 2023, por solamente $6,256 de la tonelada de maíz grano. Pero el valor no monetario del maíz en infinitamente superior que el del aguacate.

¿Cuántos mexicanos podríamos dejar de comer tortillas durante un mes? Es algo que ni siquiera podemos responder en la imaginación. El maíz es nuestro alimento sagrado y como tal debe estar presente en nuestro día a día. Entonces… ¿por qué el maíz cuesta menos? Déjame tu respuesta.

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@olmoaxayacatl

Las predicciones indican que en 2025 Perú superará a Chile como mayor exportador de frutas en Sudamérica, liderando con arándano, uva y aguacate.

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