El descubrimiento del molibdeno como un elemento esencial para el desarrollo de las plantas se dio a mediados del siglo XX, como resultado de investigaciones sobre los micronutrientes necesarios para la nutrición vegetal. Este avance fue posible gracias a los experimentos en cultivos hidropónicos y en condiciones controladas, donde se excluían nutrientes específicos para observar su impacto en el crecimiento y desarrollo de las plantas.
El molibdeno fue identificado como esencial cuando se observó que las plantas experimentaban síntomas específicos de deficiencia en su ausencia, como el amarillamiento de las hojas, una reducción significativa en el crecimiento y la acumulación anormal de nitratos en los tejidos. Esto llevó a los científicos a investigar el papel bioquímico del molibdeno y su conexión con el metabolismo del nitrógeno.
Uno de los descubrimientos más importantes fue que el molibdeno es un componente clave de enzimas esenciales para el metabolismo de las plantas, como la nitrato reductasa y la nitrogenasa. La nitrato reductasa permite a las plantas reducir los nitratos (NO3⁻) a nitritos (NO2⁻), un paso crucial en la asimilación del nitrógeno. La nitrogenasa, por otro lado, es indispensable en las leguminosas, ya que cataliza la fijación biológica del nitrógeno en simbiosis con bacterias como *Rhizobium*. Este proceso convierte el nitrógeno atmosférico (N2) en amonio (NH4⁺), una forma que las plantas pueden utilizar para producir aminoácidos y proteínas.
El molibdeno también está involucrado en la síntesis de ciertos compuestos secundarios y en la regulación de la síntesis de hormonas como el ácido abscísico, que juega un papel en la respuesta al estrés hídrico y en la regulación del cierre estomático. Su deficiencia puede afectar tanto el metabolismo como la resistencia de las plantas a condiciones ambientales adversas.
El descubrimiento del molibdeno como un micronutriente esencial fue especialmente relevante en cultivos que dependen intensamente del metabolismo del nitrógeno, como las leguminosas, y en suelos ácidos o pobres en molibdeno, donde este elemento es menos disponible. En estos casos, la aplicación de fertilizantes ricos en molibdeno, como el molibdato de sodio o el molibdato de amonio, demostró ser eficaz para corregir deficiencias y mejorar la salud de las plantas.
Este hallazgo transformó las prácticas agrícolas, ya que permitió a los productores optimizar la fertilización de sus cultivos y comprender mejor la importancia de los micronutrientes en la productividad y calidad de las plantas. El molibdeno es hoy reconocido como un elemento clave en la agricultura sostenible, ya que su manejo adecuado es fundamental para garantizar la eficiencia en el uso del nitrógeno, reducir el impacto ambiental de los fertilizantes y aumentar el rendimiento de los cultivos.