La duda tecnológica frena el campo.

¿Y si la gente del sector agrícola no está entendiendo la tecnología que necesitan?

La pregunta que da pie a esta entrega es una pregunta que, siendo tan obvia, nunca me la había hecho. Justo hace un rato mi amigo Tonatiuh Quiñones del podcast Agronauta me la compartió, y entonces muchos pensamientos encajaron en mi mente.

Si escuchas de forma regular Podcast Agricultura, sabrás que el tema de la digitalización agrícola me llama mucho la atención; en especial las razones por las cuales el agro se tecnifica, digitaliza y/o automatiza a un ritmo tan lento ―en comparación con lo que me gustaría―.

Y aunque hay varias razones para ello, curiosamente nunca había barajado esta posibilidad, de que la gente que necesita entenderle a la tecnología no la está realmente entendiendo. Esto podría ser el gran impedimento, oculto por cierto, porque normalmente no nos gusta aceptar cuando no entendemos algo.

Pero mientras más lo pienso más sentido me hace. Pongo el siguiente símil: Usamos internet y celulares a diario, en todo momento, pero poca gente te puede explicar el funcionamiento detrás de dichas tecnologías. Yo mismo podría darte una ligera idea, pero no explicarte con detalle.

Algo similar pasa en el agro, con una pequeña gran diferencia: En comparación con muchas tecnologías de uso diario, que no requieren de conocer cómo funcionan para utilizarlas ―al menos no de forma técnica y profunda―, en el sector agrícola, cada tecnología implementada se debe conocer con gran detalle, pues ya hemos visto que implementar con los “parámetros estándar” no da buenos resultados.

Cada región, cada cultivo, cada huerta, necesita ciertos ajustes en base a sus propias condiciones, y para hacerlos hay que conocer con detalle como opera la tecnología.

Otro ejemplo: Necesitas desayunar algo rápido así que te calientas una comida instantánea en el microondas. No tienes idea de cómo funciona ese aparato, pero no necesitas conocer sus principios técnicos para que te sea de utilidad. Así mismo sucede con un montón de tecnologías que tenemos en nuestras casas y oficinas, que están tan integradas en nuestra rutina, que no solemos preguntarnos por su funcionamiento.

Pero como ya he dicho en otras ocasiones, el agro funciona de manera muy distinta a otras industrias.

Aquí si debemos conocer con detalle los principios de operación de herramientas, equipos y máquinas. Y esto, justo esto, puede ser la gran clave por la que la adopción tecnológica va a paso de tortuga.

Me viene a la mente una sembradora mecánica. Tiene su complejidad debido a que hay que conocer sus principios, y de hecho, su calibración requiere conocer con precisión cómo funciona. Si me ponen a mi a calibrarla, algo sabré, porque lo vi en la carrera, pero seguro que me tardaré algo de tiempo en “descifrar” su operación. Si ponen al tractorista, o incluso, si se pone el mismo agricultor, seguro que lo hace en un dos por tres.

Pero cuando a lo mecánico se le adicionó lo eléctrico, el funcionamiento de muchas cosas necesarias en el agro se complicó. Y luego, por supuesto, llegó lo electrónico, y ahí fue cuando la complejidad se elevo a niveles que están fuera del alcance de la mayoría.

Ahora que lo recuerdo. Alguna vez le pregunté a un agricultor que asesoraba, porque tenía un tractor de 1980, si tenía dinero para comprarse un modelo más nuevo. Su respuesta, en sus propias palabras, fue que “ese tractor viejo lo podía reparar con solo un juego de desarmadores y un juego de pinzas, mientras que si se compraba un tractor nuevo, cada que la computadora fallara tenía que venir un técnico desde quien sabe dónde”.

Por esto, no es la tecnología en sí la que asusta; ni siquiera es su complejidad como tal. Lo digo porque durante mucho tiempo pensé que este era el problema.

Lo que realmente asusta es el no conocer cómo funciona algo. Hay aquí un factor social de no querer aceptar que desconocemos algo, porque entonces podemos quedar como unos ignorantes. Esto, quizá entre profesionistas no sea un problema mayúsculo, pero si lo trasladamos al terrenos de los agricultores, puede convertirse en algo que quita el sueño, porque… “¿qué va a pensar mi compadre”.

Y luego, además del desconocimiento (que podemos aterrizar sobre la mesa de debate como analfabetismo digital), también hay que sumar el hecho de la dependencia que se genera con los proveedores, la cual puede poner inquietos a muchos agricultores.

Es decir, muchos, entre los que me incluyo, llegamos a pensar que el asunto del desconocimiento digital estaba zanjado:

Creímos que un agricultor o un responsable de campo, no necesitaban conocer los principios de ciertas tecnologías, porque para eso estaban los técnicos de las empresas proveedoras. Y bueno, quizá en un mundo ideal esto podría funcionar: El agricultor paga y la empresa se encarga de darle resultados.

Pero sabemos que el agro está lejos de ser ideal. Aquí pasa todo y de todo, incluso aquello que no te llegas a imaginar. ¿Alguna vez has escuchado algo como que una ardilla mordió los cables y el rancho se quedó sin luz? Estoy seguro de que sí, te sabes algunas de estas historias.

En fin, que esto que te digo no hace más que reafirmar la enorme importancia que tienen la comunicación y la capacitación, para informar sí, sobre las enormes ventajas de cualquier nueva tecnología, pero más que nada, para explicar cómo funciona.

Me puse a investigar un poco sobre el tema, y de hecho existe el sesgo de “ilusión de comprensión”, que podríamos señalar como un gran enemigo en el agro: Creemos que entendemos algo cuando realmente no lo entendemos. Hazte la siguiente pregunta: ¿Qué pasa cuando un agricultor o ingeniero creen que entienden una tecnología, pero al momento de la verdad, se dan cuenta de que no lo entienden como deberían? Yo te respondo… No van a aceptar que no le entienden y que no las cosas fallaron debido a eso. Van a decir que la tecnología no funciona (y se lo van a decir a todo el mundo, porque como van a aceptar ante sus iguales que ellos fueron los que no entendieron…).

Por lo tanto, en estos momentos me inclino por decir que invertir en comunicar cómo funciona una determinada tecnología, puede resultar en un gran retorno sobre la inversión a largo plazo. Claro, para cualquier empresa el impacto de esta inversión es difícil de medir, sino imposible, pero tengamos presente que difundir ese saber ayudará a que su aceptación tenga menos fricciones.

Y claro, como me obsesiona el marketing agrícola, todo esto deriva en mejorar la comunicación. Hay que encontrar una y mil maneras para explicar una tecnología. Porque los agricultores entienden de una forma, los ingenieros de otra, los de ventas y soporte técnico de otra. Porque si le explica a la agroindustria exportadora debe ser de una forma, pero si lo haces con los de autoconsumo será distinto. Si le explicas a los del norte es diferente que si le explicas a los del sur, etc.

¿Todavía comunicas de una sola forma esperando que todos entiendan la maravilla de tecnología que vendes?

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@olmoaxayacatl

Universidad indígena en Michoacán crea maíz nativo resistente, sin transgénicos ni agroquímicos, adaptado al clima y cultura local.

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