La rama de la entomología agrícola constituye un elemento esencial de la agronomía moderna al aportar un análisis detallado de los artrópodos —insectos, ácaros, entre otros— que interactúan con los cultivos, los suelos, los ecosistemas agrícolas y los sistemas de producción. Esta disciplina amplía el campo de la agronomía más allá de la genética de los cultivos, la fertilidad del suelo o el diseño de rotaciones, al introducir el estudio sistemático de los insectos como agentes que pueden tanto obstaculizar como favorecer la producción agrícola. De este modo, la agronomía pasa de ver el cultivo en abstracción a reconocerlo como un componente de un bioma dinámico donde los insectos juegan roles funcionales clave.
En primer lugar, la entomología agrícola aporta a la agronomía la capacidad de gestionar eficazmente las plagas agrícolas, entendidas como poblaciones de artrópodos que reducen rendimiento o calidad del cultivo. A través del conocimiento científico de la biología, el comportamiento, la ecología y la fenología de estos organismos, la agronomía puede diseñar estrategias de manejo basadas en principios de integrated pest management (Manejo Integrado de Plagas). Estas tácticas incluyen monitoreo poblacional, umbrales de daño, control biológico, uso racional de insecticidas y políticas de resistencia. Así la agronomía refuerza su diseño técnico mediante un componente entomológico que reduce pérdidas, minimiza insumos y optimiza la producción.
Simultáneamente, la entomología agraria amplía el enfoque agronómico al reconocer la función de los insectos beneficiosos en los sistemas agrícolas: polinizadores, depredadores, parasitoides y descomponedores que promueven servicios ecosistémicos vitales. Al comprender cómo ciertas especies favorecen el crecimiento del cultivo, la salud del suelo o el control natural de plagas, la agronomía puede diseñar sistemas productivos que favorezcan la biodiversidad funcional en lugar de suprimirla. Esta integración conduce a prácticas como cultivos de cobertura, corredores biológicos, banco de insectos benéficos, diseño de hábitats auxiliares y reducción de tratamientos químicos, lo cual mejora la sostenibilidad del sistema agrícola.
Otra contribución relevante se manifiesta en la interacción con los factores abióticos y bióticos del agroecosistema. La entomología permite explicar cómo variables como la temperatura, la humedad, el viento, la densidad del cultivo o la estructura del suelo afectan no solo al crecimiento vegetal sino también a la dinámica de los insectos. Por lo tanto, la agronomía se enriquece al considerar que la productividad no depende únicamente de los insumos o la genética vegetal, sino también de la interacción triádica planta-insecto-medio. Este enfoque sistémico habilita diseño de calendarios de intervención, selección de variedades con tolerancia a plaguicidas o alimentación alterada por insectos, y manejo del microclima para mitigar ataques o favorecer insectos benéficos.
En el ámbito tecnológico y metodológico, la entomología agrícola impulsa la agronomía hacia la adopción de herramientas avanzadas de vigilancia y diagnóstico: trampas de feromonas, sensores remotos, imágenes de alta resolución, inteligencia artificial para detección de insectos, y bases de datos taxonómicas. Estas tecnologías permiten al agrónomo anticipar brotes, segmentar áreas de riesgo, personalizar estrategias de manejo y cuantificar eficazmente poblaciones de insectos o daños. De esta manera, la agronomía adquiere un perfil más preciso, adaptativo y digitalizado, integrando la entomología como parte del aparato técnico-científico que apoya la toma de decisiones productivas.
Asimismo, la entomología agrícola contribuye a la agronomía en la dimensión de resiliencia frente al cambio global. Los sistemas agrícolas actuales enfrentan nuevos retos: plagas invasoras, resistencia a insecticidas, alteraciones climáticas, pérdida de hábitats de insectos benéficos y demanda creciente de alimentos. Al estudiar la ecología de estos insectos, su dispersión, su evolución de resistencia y su respuesta a nuevas condiciones ambientales, la entomología permite a la agronomía anticipar escenarios, diversificar estrategias, promover rotaciones y cultivos de cobertura específicos para mitigar riesgos. Esto convierte a la agronomía en una disciplina más robusta frente a la incertidumbre y más capaz de sostener la producción en ambientes cambiantes.
La colaboración entre entomología y agronomía extiende su impacto al desarrollo del conocimiento y la extensión rural, ya que los agrónomos, fitopatólogos, entomólogos y técnicos agrícolas trabajan en conjunto para formar a agricultores, diseñar programas de control adaptados al contexto local, adaptar protocolos de manejo y difundir tecnologías eficaces. Esto implica que la agronomía adopte un componente humano y educativo tan importante como el biológico y técnico. La función del agrónomo se transforma: ya no solo optimiza plantaciones, sino que gestiona comunidades agrícolas, redes de vigilancia, sistemas de alerta y adopción de innovaciones entomológicas.
Por otro lado, la entomología contribuye directamente a la eficiencia del uso de insumos agrícolas mediante el análisis de cómo los tratamientos insecticidas, los biocontroladores y las estrategias culturales afectan el rendimiento y el costo del sistema. Al reducir el uso indiscriminado de químicos, mitigar la resistencia de insectos, favorecer la economía del cultivo y mejorar la calidad del producto final, la agronomía se beneficia de un enfoque más eficiente, menos dependiente de insumos externos y más alineado con los criterios de sostenibilidad. Esta dimensión económica-productiva refuerza la agronomía como ciencia aplicada que integra producción, cuidado ambiental y rentabilidad.
Aun así, integrar correctamente la entomología en la agronomía exige afrontar retos técnicos, institucionales y educativos: comprensión de taxonomía, capacidad de monitoreo regular, infraestructura de extensión, adaptación local de protocolos, desarrollo de indicadores claros de daño y beneficio, y articulación entre actores públicos y privados. La agronomía debe incorporar la entomología no como un apéndice, sino como un componente estructural del sistema agrario, con inversión, formación y cambio de paradigma que permitan su aplicación práctica.
Cuando la agronomía asume esta integración con la entomología agrícola, se posiciona como disciplina que no solo produce alimentos sino que diseña sistemas inteligentes, adaptativos, diversificados y altamente conectados con los procesos vivos del agroecosistema. Esta visión transforma el cultivo de una parcela aislada en un motor productivo dinámico, donde los insectos son tanto retos como aliados. La agronomía, enriquecida por la entomología, avanza hacia un nuevo modelo productivo que es más preciso, más ecológico y más resiliente.
En síntesis, la entomología agrícola aporta a la agronomía un entramado de conocimientos, metodologías y herramientas que fortalecen la producción vegetal desde la biología de los insectos hasta la gestión del ecosistema, pasando por tecnologías de precisión, servicios ecosistémicos y adaptación al cambio global. Esta fusión de disciplinas eleva la agronomía a un nivel superior de complejidad y eficacia, capaz de responder a los retos del siglo XXI en producción, sostenibilidad y gestión agrícola.
- Henneberry, T. J. (2008). Federal Entomology: Beginnings and Organizational Entities in the United States Department of Agriculture, 1854–2006. USDA Agricultural Research Service.
- “Agricultural Entomology – an overview.” (n.d.). ScienceDirect Topics.
- “About Entomology.” (n.d.). Department of Entomology, University of Nebraska–Lincoln.
- “The What & Why of Entomology.” (n.d.). Department of Entomology, Washington State University.
- “What Can I Do With an Entomology Degree?” (2024). University of California, Davis.

