Los pioneros de la agronomía en la rama de agroecología

Artículo - Los pioneros de la agronomía en la rama de agroecología

La historia de la agroecología encuentra sus raíces en la convergencia de dos ámbitos científicos que durante décadas marcharon por separadas veredas: la agronomía, centrada en la producción agrícola intensiva, y la ecología, que atendía a los sistemas naturales autosuficientes. Fue el agrónomo ruso-estadounidense Basil M. Bensin quien, en 1930, propuso por primera vez el uso del término agroecología (o “agro-ecology”) para definir la aplicación de los principios ecológicos al estudio de los agroecosistemas. Bensin planteaba que los cultivos no debían estudiarse sólo desde la producción, sino como elementos en interacción con el suelo, el clima, las prácticas agrícolas y las comunidades que los gestionan. Así sentó una base teórica que permitiría, décadas después, una reflexión más amplia sobre la agricultura sostenible.

A mediados del siglo XX, estas ideas encontraron ecos en distintos contextos. En México, por ejemplo, el agrónomo Efraím Hernández Xolocotzi (1913-1991) dedicó su vida al estudio de los sistemas campesinos, de las razas de maíz y de la etnobotánica, integrando conocimiento agrícola, ecológico y cultural. Hernández Xolocotzi cuestionó los modelos dominantes de la llamada Revolución Verde y promovió una agronomía que considerara la diversidad biocultural, el conocimiento tradicional y los sistemas de cultivo locales. En este intersticio entre agronomía y ecología empezó a configurarse una forma distinta de ver la agricultura: no meramente como producción, sino como sistema vivo en el que interactúan flora, fauna, suelos, personas y saberes.

El aporte del chileno-estadounidense Miguel Altieri lleva esa reflexión hasta el campo contemporáneo. Altieri ha sido uno de los principales impulsores de la agroecología como disciplina académica y práctica aplicada en América Latina, proponiendo un modelo de agricultura alternativa que articula sostenibilidad ecológica, autonomía campesina y justicia social. Desde sus trabajos, la agroecología dejó de ser un discurso marginal para convertirse en una herramienta de transformación del sistema alimentario global, cuestionando la dependencia de insumos externos, la pérdida de biodiversidad y los efectos ambientales del modelo agrícola industrial.

Estas figuras —Bensin, Hernández Xolocotzi y Altieri— ilustran etapas distintas pero conectadas del desarrollo del pensamiento agroecológico: la sistematización, la contextualización y la difusión. Bensin dio la formulación inicial, Hernández Xolocotzi la contextualización en un territorio concreto y diverso, Altieri la expansión internacional y el anclaje en la praxis interrelacionada con movimientos sociales. Cada uno aporta una faceta de lo que hoy entendemos como agroecología: ciencia, práctica y ética.

La agroecología se define, en su forma más simple, como el estudio de las relaciones entre los sistemas agrícolas y el ambiente. Pero esta definición se vuelve rica —y exigente— cuando se reconoce que un agroecosistema integra plantas, animales, suelo, agua, clima, tecnologías y seres humanos, en un entramado dinámico de relaciones. En este marco, los pioneros entendieron que las intervenciones agronómicas no pueden desligarse del contexto ecológico y socioeconómico: un cultivo no es una entidad aislada sino que se encuentra siempre en interacción con otros componentes del sistema.

La propuesta de la agroecología comporta un cambio de paradigma: desde la noción de maximizar rendimientos mediante insumos químicos, hacia la concepción de optimizar los procesos ecológicos dentro del agroecosistema. Esto implica —como lo señalaba Bensin— que hay que describir la “agro-chora”, la región agrícola, sus variedades locales, sus métodos de cultivo, su maquinaria, su suelo, su clima. Hernández Xolocotzi añadió que los campesinos portan saberes relevantes, y que la innovación agronómica debe dialogar con esos saberes, no simplemente reemplazarlos. Altieri amplió el enfoque para incluir la gobernanza local, la equidad y la resistencia al modelo hegemónico de la industria agroalimentaria.

Hoy resulta evidente que esos pioneros preveían cuestiones que ahora son de plena actualidad: la pérdida de agrobiodiversidad, la degradación de suelos, el cambio climático, los sistemas alimentarios globales vulnerables. La agroecología, tal como ellos la proyectaron, no es simplemente un conjunto de técnicas, sino una forma de entender la agricultura como parte integral de ecosistemas sociales y naturales. Desde su enfoque, el agricultor es un gestor de ecosistemas, no solo un operador técnico.

En ese sentido, la labor de estos pioneros abre interrogantes críticos: ¿cómo escalar los principios agroecológicos sin perder su base contextual y local? ¿Cómo mantener la complejidad ecológica en sistemas agrícolas que históricamente han sido homogeneizados? Hernández Xolocotzi ya apuntaba que las razas criollas, los saberes campesinos y los múltiplos de interacciones ecológicas constituyen un capital que no puede despreciarse. Altieri lo conecta con justicia social y con soberanía alimentaria, señalando que la agroecología es también un movimiento que reclama transformación estructural del sistema agrícola.

Así, recordar a los pioneros no es un acto de veneración sino de reconstrucción crítica de los fundamentos de la disciplina. La agronomía moderna, cuando se inspira en la agroecología, adopta una visión holística, interdisciplinaria y participativa. Esto implica repensar los diseños de cultivo, la selección de variedades, la gestión de suelo y agua, y la relación con la comunidad que produce, transforma y consume.

La semilla conceptual que sembraron estos investigadores ha germinado en múltiples líneas de trabajo: la diversificación de cultivos, la agroforestería, los sistemas de manejo de plagas basados en los enemigos naturales, la integración de conocimientos campesinos y científicos, y la construcción de políticas que favorecen la resiliencia de las comunidades rurales. En definitiva, la agroecología es el legado vivo de una tríada de pioneros que comenzaron a ver la agricultura como un proceso ecológico, ampliamente relacional, y profundamente humano.

  • Altieri, M. A. (2024). Agroecology and the search for a truly sustainable agriculture. United Nations Environment Programme.
  • Barbolla, L. J. (2018). Agroecology as necessary knowledge to transform the food system. Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Mendez, V. E. (2010). Agroecology in Encyclopedia of Geography. University of Vermont.
  • Paczka, R. O. (2013). Vida y aportes del maestro Efraím Hernández Xolocotzi. Revista de Geografía Agrícola, 50-51, 31–36.
  • Wezel, A., Bellon, S., Doré, T., Francis, C., Vallod, D., & David, C. (2009). “Agroecology as a science, a movement or a practice: A review”. Agronomy for Sustainable Development.