
Un tractor actual pesa unas diez veces más que un tractor de la década de 1960, una ganancia de peso que ha sido necesaria para incrementar la eficiencia del trabajo agrícola; sin embargo, se trata de un factor con efectos medioambientales adversos, siendo el principal la rápida compactación y degradación de los suelos.
En este sentido, una investigación científica, realizada por Thomas Keller de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y Dani Or del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zürich, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha buscado indagar en la problemática que se está generando.
Actualmente una cosechadora cargada puede pesar hasta 36 toneladas, mientras que hace 50 años no superaban las 4 toneladas. Dicho peso pasando una y otra vez termina por colapsar los pequeños espacios porosos donde se almacena agua y aire necesarios para el desarrollo de todos los organismos de los suelos.
Entonces, la compactación de los suelos afecta a la biodiversidad de estos, siendo una consecuencia inmediata que los rendimientos agrícolas llegan a disminuir hasta un 20% entre un ciclo agrícola y otro; ante esto se puede aumentar la superficie de contacto de los neumáticos para distribuir la presión generada por el peso.
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