Es de sobra conocido que los sistemas hidropónicos cerrados son altamente respetuosos con el medioambiente. Con estos los ecosistemas se ven poco afectados porque los lixiviados son mínimos. En especial lo suelos no se salinizan, como ocurre con los sistemas abiertos, donde los drenajes desequilibran las propiedades del suelo.
Nadie pone en duda que los sistemas hidropónicos cerrados permiten reducir el consumo de agua y afectan menos al medioambiente. ¿Entonces qué estamos esperando? ¿Por qué no se ha impulsado fuertemente su implementación? ¿Qué hace falta para reconvertir la hidroponía a nivel nacional?
¿Por qué nuestra tecnología agrícola queda a deber?
Lo queramos aceptar o no, la presión demográfica que ejercemos como población mundial sobre los recursos naturales, ha sido desmedida y en cualquier momento comenzaremos a pagar las consecuencias. De hecho, el cambio climático es en la actualidad más una realidad que una ficción.
Latinoamérica es una tierra abundante en recursos naturales. Lamentablemente, como individuos y como sociedad, tendemos a esforzarnos menos cuando disponemos de los medios adecuados de sobrevivencia. No es casualidad que la mejor tecnología en invernaderos e hidroponía la tengan países menos beneficiados.
Por ejemplo, en Holanda e Israel podemos encontrar muchos lugares inhóspitos. Me refiero a que los climas extremos son parte de la cotidianidad. Desde temperaturas bajas y poca duración del día, en el caso de Holanda, hasta temperaturas elevadas y poca disponibilidad de agua, en el caso de Israel.
Pero no solo se trata de una cuestión de ubicación geográfica o disponibilidad de recursos. Es importante dejar claro que introducir una tecnología que funciona en un país determinado en otro distinto, sin realizar análisis y adaptaciones a la misma, sería algo bastante irresponsable.
En este tema los centros de investigación y educación de América Latina se quedaron rezagados durante mucho tiempo. Realmente es de pocos años para acá que se han puesto manos a la obra para desarrollar sistemas de producción acordes a cada país. En el caso de México falta mucho trabajo por hacer, por supuesto.
Pronto no será opcional y hay que estar preparados
Es verdad que en algunos lugares de Latinoamérica existen programas de investigación en hidroponía que ya llevan mucho tiempo trabajando. Pero aquí entra un tercer elemento que hasta ahora ha limitado el desarrollo tecnológico: los gobiernos.
Las personas encargadas de administrar los recursos de un país deben ser gente visionaria, capaz de ver hacia el futuro para implantar líneas de desarrollo a nivel país. En la actualidad poco a poco los gobiernos están entendiendo la importancia de la producción respetuosa con el medioambiente.
Eso sí, el desarrollo de tecnología agrícola, sobre todo en el tema de la hidroponía, se ha dado de manera muy pausada. Tal es así que, al menos en México, la normativa oficial referente a hidroponía es prácticamente inexistente. Aún y cuando se trata de un sistema de producción muy importante.
En Holanda, por ejemplo, una gran parte de la producción utiliza sistemas hidropónicos con recirculación, es decir, sistemas cerrados. Se trata de una normativa implementada por el gobierno con el objetivo de salvaguardar sus recursos naturales, los cuales por cierto no les sobran, como si ocurre en América Latina.
Por ello es una obligación de los gobiernos, las instituciones, los investigadores, los divulgadores, los productores, los profesionales, etc., insistir en el uso de sistemas y técnicas que sean eficientes y ecológicas. Y sí, por supuesto que es posible realizar agricultura sustentable y redituable.
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