
El hecho de que la legislación agrícola en México no está generando soluciones completas es bien sabido. El problema es complejo pero atendiendo un par de factores podría mejorarse bastante. La cuestión radica en que realmente los políticos tengan la voluntad de apoyar al campo mexicano. Para ello deben tener clara su importancia.
¿Dónde están los programas de apoyos realmente nacionales?
Durante décadas hemos visto como los llamados programas nacionales abarcan mayoritariamente solo los estados que están gobernados por el partido en el poder. Siendo en varias ocasiones relegados a su suerte aquellos que están con la oposición. Se trata de una actitud muy anclada en el pasado.
Además, es bien sabido que muchos programas de apoyo han sido a lo largo de los años condicionantes al voto. Esto parece que ha comenzado a cambiar aunque aún queda mucho trabajo por hacer. El campo mexicano debe tener apoyos, independientemente del color del partido en el poder.
También es fácil ver que muchos grandes programas de apoyos fracasan por una simple razón: la capacitación. Recuerdo que hace no mucho se comenzaron a regalar invernaderos. Durante los siguientes años fue muy visible el fracaso y abandono de la gran mayoría de ellos. Los productores no supieron aprovecharlos.
La capacitación es la parte faltante en los programas de apoyos
Si se van a regalar tractores, invernaderos, túneles, sistemas de riego, etc., es fundamental que la capacitación para su uso esté incluida. De lo contrario se corre el riesgo de tirar el dinero, como ya ha ocurrido. La ventaja de México es que cuenta con excelentes instituciones de educación agrícola, desde dónde fácilmente se puede cubrir la demanda de capacitación.
Chapingo, la Narro y Roque son solo algunas de las instituciones que pueden proveer especialistas para capacitar en cualquier programa de apoyos. Solo hace falta que los políticos echen mano de ellos. Es buen momento de dejar de aventar dinero al campo que no servirá de nada. Tiene más impacto un programa de apoyos de alcance zonal pero bien planeado.
Eso sí, hacen falta programas continuos a través del tiempo que realmente funcionen. Es verdad que hay programas que llevan muchos años entregándose, pero al día de hoy la mayoría son meras tapaderas para la corrupción. Hace falta mucha transparencia.