
Recuerdo muy bien hace unos 15 años, cuando estaba cursando el año propedeútico en mi universidad, que para una materia tuve que exponer acerca de los transgénicos. Fue hasta ese momento que leí mucho respecto al tema y me formé una impresión negativa de los mismos. Quizá influenciado por lo exagerado de algunos artículos que en aquella ocasión encontré.
Mi opinión actual
En la actualidad mi opinión es más moderada pero positiva respecto a los OMG (Organismos Modificados Genéticamente), lo cual no implica que siga teniendo conflictos con ellos. Creo que desde que el hombre comenzó con el desarrollo de la agricultura inició la presión de selección, donde solo los mejores organismos vegetales eran los elegidos.
Con el ritmo actual las técnicas de producción tienen que actualizarse, de lo contrario será imposible satisfacer la demanda global de alimentos de las próximas décadas. Es aquí donde los transgénicos juegan un papel importante, siendo uno de los productos más relevantes de la ingeniería genética. ¿Dónde está el problema? Al menos desde mi punto de vista.
El problema mío
Para mi el problema no son los transgénicos en sí. No me espanta comer estos productos, más cuando existe una elevada posibilidad de que muchos de los productos agrícolas que consumo diariamente provengan de mejoras genéticas. Quizá no sea muy difundido pero es seguro que gran parte de los alimentos que importamos sean OMG, además de que en el país ya existen terrenos dedicados a su producción.
La cuestión es quién controla la industria de los transgénicos. He aquí donde radica el verdadero problema: en general desconocemos los organismos que han sido modificados con biotecnología, que genes se han modificado y si se han puesto a prueba durante períodos de tiempo aceptables. Toda esta información es resguardada por las grandes empresas.
¿Y el gobierno?
Por ello creo que el gobierno está fallando en este aspecto, pues no existe una normatividad clara al respecto. No creo que la solución sea criticar a las empresas que producen transgénicos, al fin y al cabo ellos están en su labor. El punto es que nadie les exige cuentas a quienes deberían darlas, no hay información al respecto, y esto es por supuesto el verdadero problema: las sociedades temen a lo que no conocen bien.
Cuando existan leyes que obliguen a las empresas a hacer pública parte de la información relevante sobre la producción de transgénicos entonces habrá certeza de lo que está ocurriendo, y mientras se mantenga todo con absoluto hermetismo no cesarán los ataques a los transgénicos, así como la demonización de estos. La transparencia es la clave de todo.
Mark Lynas
Solo recuerda que Mark Linas, aquel que inició el movimiento mundial contra los transgénicos, ha recapacitado, aceptando y promoviendo el uso de los mismos. No creo que «le hayan llegado al precio», sino que viendo la situación futura ha comprendido que difícilmente podríamos sobrevivir sin la utilización de transgénicos.
Mark Lynas, el hombre que comenzó el movimiento a nivel mundial contra el cultivo de transgénicos, se retractó de manera pública en una conferencia brindada en la Universidad de Oxford. Su declaración fue concreta y además hizo un llamado a otros grupos antitransgénicos para que rectifiquen su posición.
El activista expresó: «Lamento haber iniciado el movimiento antitransgénico a mediados de los 90’s ya que con ello ayudé a demonizar una importante opción tecnológica que puede utilizarse en beneficio del medio ambiente». Además añadió que todas sus creencias sobre los alimentos transgénicos resultaron ser un mito urbano: «Supuse que aumentaría el uso de productos químicos. Resultó que para el algodón y el maíz se necesita menos insecticida. Había asumido que los transgénicos sólo beneficiaban a las grandes empresas. Resultó que miles de millones de dólares en beneficios fueron obtenidos por pequeños agricultores. También supuse que nadie quería transgénicos. En realidad lo que ocurrió fue que el algodón Bt fue pirateado en la India y la soja en Brasil porque los agricultores estaban ansiosos por usarlos. Asumí que los transgénicos eran peligrosos. Resultó que era más seguro y más preciso que el mejoramiento convencional mediante mutagénesis.»
Lynas cambió su posición a favor de la ciencia, comprendiendo los beneficios sociales de la modificación genética de alimentos; al final de su discurso dijo: «Ustedes tienen todo el derecho a opinar. Pero deben saber que a estas alturas no son apoyados por la ciencia. Estamos llegando a un punto de crisis, y por el bien de las personas y del planeta, ahora es el momento para que puedan salir de en medio y dejar que el resto de nosotros continúe con el desarrollo de la alimentación mundial sostenible.»
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