
«El problema no es llegar sino mantenerse». Esta frase describe sin duda el problema actual de los invernaderos en México. Estamos llegando porque a través de muchos programas públicos el gobierno está otorgando facilidades para tener invernaderos. Inclusive se regalan muchas de estas estructuras a agricultores de zonas marginadas o con poco desarrollo.
¿Dónde está el problema?
La cuestión es que no nos estamos manteniendo. El 60 por ciento de los proyectos de invernaderos fracasan. Esto según lo indica mi director de tesis de maestría, el Dr. Felipe Sánchez del Castillo, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo. La principal causa del fracaso de los nuevos productores es sin duda la falta de capacitación y asesoramiento técnico.
Otorgarles invernaderos así como así a productores que toda su vida han trabajado a campo abierto es el inicio de muchos problemas. La mentalidad necesaria para trabajar bajo estructuras de protección, como lo son los invernaderos, es completamente opuesta a la cultura que gobierna en las personas de campo, donde el cuidado a los cultivos no es tan intensivo y estricto.
En palabras del Dr. Felipe Sánchez del Castillo, el nivel de riesgo de un invernadero bien asesorado ronda el 2 por ciento. Es una cifra muy baja que indica por sí sola la importancia de contar con especialistas bien preparados. Porque se necesita solventar cualquier problema que pueda surgir antes, durante y después de la producción.
¿Qué soluciones se están dando?
Se estima que actualmente se tiene una demanda no cubierta de 3,000 especialistas para asesorar invernaderos. Es una cifra que se podría mantener por varios años. El problema de la falta de especialistas que cubran dicha demanda se ha comenzado a solucionar mediante la capacitación de técnicos especialistas por parte de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).
En esta institución se creo hace pocos años la carrera de Agronomía en Agricultura Protegida. Actualmente los egresado de esta carrera se han posicionado bastante bien en el sector nacional, pero aún así la demanda está lejos de ser cubierta.
Eso sí, aún tenemos que trabajar con la idiosincrasia natural de la gente que toda su vida ha cultivado a campo abierto. Son personas que no están acostumbradas a pagar por el asesoramiento técnico, ya que no valoran aún la importancia del mismo. Esto es en gran parte lo que ha llevado a muchos proyectos al fracaso