
Actualmente en Francia el índice de desempleo juvenil supera el 18%, siendo que existen unos 70,000 puestos de trabajo disponibles en el sector agrícola, pero ni siquiera los hijos de agricultores están buscando ocuparlos. El problema es que los jóvenes ven en la agricultura una ocupación intensiva que los ata al trabajo.
Además, después de décadas de una regulación asfixiante y de un sistema de subsidios basado en el tamaño de las fincas y no en su productividad, la innovación en el sector prácticamente ha desaparecido. Por estas y otras razones el gobierno francés se está viendo en la urgente necesidad de rejuvenecer la imagen del sector agrícola.
Sin embargo, hay una opinión generalizada que indica que, para atraer a los jóvenes a la agricultura, el estilo de vida del agricultor tiene que cambiar. Decir que se tiene que trabajar 24/7 no va a funcionar para que las nuevas generaciones regresen al campo, por lo que hay que encontrar una manera de que tengan libres los fines de semana.
La solución parece estar en la implementación de diversos sistemas tecnológicos, pues en opinión de los nuevos neofarmers, trabajar con tecnología hace que la agricultura sea un trabajo interesante. Los neofarmers son los nuevos campesinos que están dejando las ciudades para volver al campo a probar suerte con la agricultura sostenible.