
Para producir fertilizantes se necesitan electricidad, petróleo y gas, energéticos cuyo precio está por las nubes, lo que está orillando a que las empresas productoras de fertilizantes paren operaciones al no poder asumir los costos tan elevados de las tarifas energéticas, una problemática que pronto impactará a los consumidores.
Primero fue la estadounidense CF Industries que cerró dos plantas en Reino Unido y después fue la noruega Yara, quien anunció que recortará su producción europea en un 40%, debido a los elevados precios del gas natural. Los expertos creen que podría darse una reacción en cadena y tener más cierres de fábricas.
El problema es que, de no haber el suministro necesario, los precios de los fertilizantes se van a disparar todavía más, lo que a su vez hará que la producción agrícola tenga que afrontar mayores costos de operación, que en algún momento serán trasladados a los consumidores finales, que serán los más afectados de todos.
Si el problema persiste, algo que podría llegar a suceder, no se descarta una crisis económica de alcance global; pero el mayor problema de todos es que se puede tener una crisis alimentaria, en especial en las regiones más vulnerables a los incrementos de precios de los productos agroalimentarios.
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