
Una buena cimentación es de suma importancia porque de ella depende la seguridad, duración y resistencia de toda la estructura del invernadero, cuando esta se vea enfrentada a posibles sobrecargas debidas a factores externos, como vientos, lluvias y granizadas.
Una cimentación es fundamental
La cimentación se debe diseñar en función del tipo de invernadero que se va a construir y de las condiciones del terreno principalmente. Hay que tener en cuenta que según la profundidad y volumen de los cimientos será la resistencia de los postes y de toda la estructura en su conjunto.
El sistema más utilizados es la colocación de zapatas individuales, pero dependiendo de la magnitud de la obra también puede recurrirse a sistemas de cimentación de cadenas con varilla y concreto en toda la líneas de postes.
No hay que olvidar nivelar el terreno antes de comenzar con la colocación de los cimientos, pues para que la cimentación sea adecuada y garantice la resistencia de la estructura el terreno debe esta parejo. Los sistemas de cimentación son: zapatas, barrenanclas, cimentación con cadenas, emparrillados y cimentación de canto de piedra o mampostería.
Las zapatas pueden ser precoladas con anterioridad o coladas en el suelo, se les debe insertar un tubo conocido como espiga que es donde irá anclado el poste, al final de este debe ir atravesada una varilla que es donde topará el poste.
Las zapatas precoladas pueden ser de muy distintas formas (cúbicas, cilíndricas, etc.) y miden de 20 a 150 centímetros de alto por 10 a 40 centímetro de diámetro. Ya deben venir con las espigas incluidas para introducir los portes en ellas.
Para colar las zapatas en el lugar se deben excavar hoyos en el suelo cuyo tamaño estará en dependencia del tamaño de zapata requerido. Se puede colocar la espiga para el anclaje o también colocar los postes directamente en la zapata.
En ambos casos se recomienda dejar que la zapata asome sobre el terreno unos 5 o 10 centímetros para evitar que los postes y las espigas estén en contacto con el suelo y se evite así su oxidación. Sobre las otras formas de cimentación hablaré en otra entrada.
Otras formas de cimentar un invernadero
a construcción de zapatas es la forma más común para cimentar un invernadero pero no es la única, ya que además de estas existen otros sistemas menos utilizados como lo son las barrenanclas, cimentación corrida o de cadena, emparrilado y cimentación de canto de piedra o mampostería.
Las barrenanclas son un sistema de anclaje que consiste en una barra provista de un tornillo sinfín, que se coloca con la toma de fuerza de un tractor y se introduce en el suelo como si fuera un tornillo y en su parte superior recibe el poste. Es una técnica recomendable para estructuras desmontables en terrenos firmes, no así para terrenos arenosos, pantanosos o inundables.
La cimentación corrida o de cadena es aquella que se establece a todo lo largo del perímetro de la estructura formando un solo cuerpo, la cual se refuerza con cadenas atravesadas que van de un extremo al otro. Su construcción emplea varillas y estribos de alambrón con concreto colado.
El emparrillado es una cimentación de concreto que va armada con varilla y alambre recocido, de 1 a 1.5 metros por lado que se emplea en terrenos poco firmes en cada poste o toda una plataforma de las mismas dimensiones sobre el perímetro de los postes, para darle un mejor apoyo a cada uno de estos.
La cimentación clásica de piedra y mezcla es recomendable en terrenos accidentados donde es necesario recortar y emparejar el terreno para la construcción del invernadero. En estos casos la cimentación cumple con dos funciones: fijar los postes y retener el material removido.
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